Este 2022 se cumplieron dos años de haber tomado la mejor decisión de mi vida. Y lo digo por muchas razones.
Cuando conocí todo lo relacionado a MONAT, yo era chef. Me dedicaba a hacer recetas para diferentes tipos de compañías, tenía un canal de YouTube, escribí mi libro, el cual muchos de ustedes ya conocen “Loncheras al rescate”, en fin…
Justo en este momento ocurrió algo que me hizo despertar, porque si bien es cierto que estaba bastante cómoda, había algo que me hacía sentir incomodidad justo por esa comodidad. Es decir, lo que en otras palabras conocemos como la inconformidad que genera la zona de confort…
¿Qué pasó?
A mi papá lo diagnosticaron con cáncer de próstata unos meses antes, y la pregunta que rondaba por mi cabeza era: ¿Qué voy a hacer ahora?
Dije: “Necesito despertar y terminar de entender que tengo que producir más dinero”. ¿Y cuáles eran mis opciones? Pues, buscar una oficina, un banco, ganarme (qué sé yo) 1000 o 2000 dólares extras, algo así…
Pero ¿qué tenía que sacrificar? ¿A qué me iba a enfrentar?
Número 1, a dejar de pasar tiempo con mi hija. Lo básico, señores: Dejar de ser una mamá presente limitándome de hacer cosas como llevarla y buscarla al colegio, acompañarla en sus actividades, etc. Y, definitivamente era algo que no estaba dispuesta a hacer.
Un buen día, me llamó mi amiga Ximena y me dijo: “Jacquie, ¡tengo el negocio!”, y yo le dije: “¿cuál es el negocio”, y me respondió: “¡Vamos a vender champú”… Y eso me dio tanta risa…
Al rato, ella me dijo que se trataba de una empresa multinivel… Y si tengo que ser honesta, para mí las empresas multinivel eran sinónimo de fraudes, estafas, pirámides… ¡Así las veía yo!
Entonces, dada la situación, decidí darme la oportunidad de entender la industria, esa misma que nunca me llamó la atención, y dije: “Vamos a ver, pues”.
Comencé a analizar y a ver los productos, y al notar que estaban alineados con lo que yo hacía (alimentación saludable, promover la salud, ingredientes veganos o no tóxicos), dije: “La cosa pinta bien…”
Luego de pensarlo mucho y tomarme mi tiempo para decidirme, me acerqué a las oficinas. Allí me estuvieron explicando toda la temática y, al salir, vi una pared llena de millonarios, literal.
Y yo, rápidamente dije: “¿Pero esa gente quién es? ¿De dónde salieron? ¿A quién le venden champú?”. Y la explicación de la historia de cada uno de los personajes de esa pared, me motivó como no tienen una idea. Luego, me tracé la meta de estar allí… En donde ellos estaban…
Con esto, quiero recalcarles, sin ánimos de sonar aburrida o repetitiva, que los sueños se hacen realidad. Y yo no soñaba con esto, pero cuando entendí y me decidí, debo decirles que me aterraba la idea de decir públicamente que ahora era vendedora de champús…
Me daba miedo que me criticaran, y me criticaron. Me daba miedo que se burlaran, y se burlaron. Me daba miedo fracasar, pero ¡NO FRACASÉ!
¿Por qué? Porque tomé la decisión de creer en mí, a pesar de que no me consideraba capaz de asumir un liderazgo.
Desarrollé las habilidades necesarias porque de verdad lo quería, porque lo necesitaba. Por eso entré a este negocio, y me quedé aquí, ¡y me seguiré quedando aquí!
¡Sueñen y trabajen!
Y verán…